La vaca del pobre: relato de D. Juan Capote

04 de octubre 2012 – Las Palmas de Gran Canaria

El veterinario canario D. Juan Capote, miembro del Instituto Canario de Investigación Agraria (ICIA), ha sido nombrado recientemente Presidente de la organización para el estudio del ganado caprino, la International Goat Association (IGA), en la XI Conferencia Mundial Caprina que se celebró en Gran Canaria el pasado mes de septiembre (entre los días 24 y 27).

Según Capote, este nombramiento es “el resultado de una labor llevada a cabo en equipo por los investigadores canarios, que tienen un excelente nivel científico reconocido a nivel internacional y una capacidad de trabajo extraordinaria”. Juan Capote está vinculado a la IGA desde hace 14 años y ello ha propiciado su nombramiento, pues, según el veterinario, “habría sido imposible sin un trabajo colectivo”.

Para D. Juan Capote, la cabra “puede contribuir a aliviar la miseria que, desgraciadamente, se incrementa día a día”.

Les dejamos con un relato de D. Juan Capote que publicó en la revista Pellagofio, donde nos trae del recuerdo la realidad de muchos canarios durante las décadas del siglo pasado. El ordeño de las cabras puerta a puerta, otorgando un valioso alimento a los habitantes de las ciudades y pueblos de la isla. ¿Lo llegaron a vivir?. Nosotros recordamos imágenes como la foto del Barrio de La Isleta del año 1965. Eso significa que ya tenemos cierta edad. Disfruten el relato de D. Juan Capote.

RELATO: La Vaca del Pobre

Hace poco tiempo doña Pilar Perdigón, una señora de 96 años, me recordaba cierta anécdota que yo había olvidado. Por lo visto un día ella, asomada a su ventana, se dio cuenta de que el hijo pequeño de su amiga estaba sentado, sobre una piedra, con el zapato desabrochado. Eso no tendría ninguna importancia si no fuera porque, a pesar de la corta distancia a que nos encontrábamos, yo no respondía para nada a sus llamadas, que insistían en que me arreglara el calzado para no romperme la crisma.

Al parecer, me encontraba absorto en la contemplación de unas cabras que habían bajado por las empinadas cuestas de Santa Cruz de La Palma, e intentaban mordisquear la poca hierba sobresaliente entre las piedras de la calle. Su dueño las ordeñaba en un caldero pequeño, que entregaba lleno de espuma a los vecinos. Esta práctica era habitual, hasta mediados del siglo pasado, en los núcleos urbanos de las Islas Canarias y, en algunos casos, se mantuvo durante varias décadas más. Los cabreros pastoreaban sus animales a unas horas y a otras bajaban con el rebaño a las ciudades, donde era vendida una leche que constituía un valioso alimento en aquella época.

En su corralito

Pero no era esa la única forma de conseguirlo: a veces, el nutritivo líquido se producía en la propia casa. Era normal entre las familias campesinas contar con un par de cabras que la suministraran y hasta tal punto eran útiles que fueron llamadas las vacas del pobre. Normalmente estaban amarradas en su corralito, a donde se les llevaba el alimento recolectado de los alrededores; pero también se las estacaba, consistiendo esta práctica en amarrar a los animales a una estaca, por lo que podían pastorear en una circunferencia con radio igual a la longitud de la cuerda y así dosificar la hierba.

Al ser tan escaso el número de ejemplares, en esas pequeñas manadas las cabritas trataban con sus cuidadores de una manera muy directa: el propietario o propietaria conocía los gustos del animal, su comportamiento y, sobre todo, la calidad de su leche, detectando al instante el más leve síntoma de tetera. Esto era correspondido por las cabras con llamadas al humano, en las que emitían sonidos similares a los que suelen usar cuando se alejan de la manada y reclaman a sus compañeras, llamadas que sonaban a protesta cuando quien las cuidaba se había retrasado en el suministro del forraje.

Los propietarios de estas cabritas no solían tener machos, ya que no se justificaba su mantenimiento para un escaso número de servicios. Al igual que ocurría con las vacas, las cabras eran llevadas al lugar donde tenían al semental encargado de cubrir a una buena parte de las hembras del barrio. Recuerdo que, en algunos lugares, después del salto, se procedía a sumergir en un depósito de agua a las cabras. Según aquellos campesinos, el animal “se trancaba” y retenía la simiente con más seguridad. No he preguntando por esta cuestión a mis colegas especialistas en reproducción, pero el tiempo me ha enseñando que la mayoría de las pautas de comportamiento tradicionales tienen alguna explicación directa o indirecta.

Macho escaleras arriba

En los núcleos urbanos, proporcionar alimento fresco del terreno circundante era imposible, por fortuna existían las sobras de las casas, como cáscaras de papas y corteza de frutas, cuya fibra transforman estos animales en su rumen sin problemas. También se podían comprar ciertos forrajes en el mercado, sin descartar algún grano que otro procedente del estraperlo o cambullón. Buena culpa de la calidad de las actuales razas canarias se debe al aporte genético que proporcionaron estos animales seleccionados cuidadosamente, sobre todo en Las Palmas de Gran Canaria.

En este sistema era el macho el que visitaba a las cabras conducido por su propietario que lo anunciaba, a viva voz, en las calles: “¡Señora, quiere macho!”. A esas horas diurnas eran generalmente las amas de casa las que requerían el servicio del ejemplar, cuando consideraban que su cabra estaba “en calor”. Las hembras solían ubicarse en las azoteas de casas terreras, circunstancia conocida por el veterano galán, que subía con fogosidad las escaleras para encontrarse ruidosamente con quien ya había detectado, desde hacía un rato, su penetrante olor. Un aroma que convertía a quien lo emanaba en un ser especialmente seductor. Las dueñas no compartían el mismo sentimiento que su animal y, tras la ida del semental, no tardaban en abrir puertas y ventanas para airear la casa.

Desde Gran Canaria Gourmet queremos felicitar a D. Juan Capote y a todo su equipo por su excelente labor y el reconocimiento que su nombramiento supone para todos los profesionales de las islas.

Dejar un comentario

Privacy Preferences
When you visit our website, it may store information through your browser from specific services, usually in form of cookies. Here you can change your privacy preferences. Please note that blocking some types of cookies may impact your experience on our website and the services we offer.