Mercado de Vegueta: observando el Guiniguada desde 1856

Las Palmas de Gran Canaria – 15 febrero 2012

Hoy deseamos trasladarles la historia viva de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. Un observador silencioso de la misma ha sido desde 1856 el Mercado de Vegueta, conocido inicialmente como Mercado de Las Palmas. El primer mercado de abastos construido en Canarias, lleva más de 150 años de servicio a la ciudad y a sus habitantes. 

70 años antes y en el mismo lugar, ya la ciudad contaba con una plaza de abastos. Desde hace 225 años el Guiniguada ha sido el lugar de encuentro de los grancanarios y de sus visitantes para comprar y vender todo tipo de productos. El relato que comienza ahora, pertenece a la web del Mercado de Vegueta y tal como lo escribieron lo hemos recogido en Gran Canaria Gourmet. Para ilustrar el texto hemos tomado las fotografías del fondo fotográfico de la Fedac. Que lo disfruten

La ciudad de Las Palmas de Gran Canaria contó por vez primera con una plaza de abastos en condiciones en el avanzado año de 1787. Con un mercado que pretendía, ante todo, restringir la venta ambulante y dar forma, a la vez, a un modo de vivir más civilizado tal y como históricamente se hacía en la España peninsular. Para ello, el corregidor José Eguiluz tuvo la iniciativa de aglutinar en un rincón de la población a buena parte de los mercaderes, sobre un mismo punto de venta, en la margen izquierda de la desembocadura del barranco de Guiniguada.

Esta medida sería, andando el tiempo, el germen de un proyecto más ambicioso que vendría en forma de edificación en pleno siglo XIX. La ciudad, por entonces, compuesta en esencia por los barrios de Triana y Vegueta, se acostumbró a tener cerca este punto de venta y parecía idóneo que fuese allí, precisamente, el lugar en el que se levantaría la gran plaza de abastos que la urbe se merecía.

La estructura del edificio es bien sencilla ya que venía definida, en su planta, por un organigrama claustral; un patio central que establece una serie de corredores para la disposición de vendedores y compradores. Las fachadas en forma de pantalla, grandes lienzos perforados por vanos(puerta bajo ventana) en los que destaca el pórtico de acceso. Este se establece como un hito pétreo en la construcción señalando la ubicación de la puerta principal – un arco de medio punto- con remates artísticos bajo el signo de un frontón ecléctico.

El mercado de Las Palmas, que ésta es su verdadera denominación, fue una iniciativa pública encaminada a convertir este sector de la población en un núcleo comercial con el ánimo de dar a la ciudad un centro cívico estable. La ciudad no tenía entonces, en 1840-1850, ningún aliciente arquitectónico que le otorgase una imagen pública, y si exceptuamos los centros religiosos, en especial la Catedral, y las viviendas señoriales contenidas en el barrio de Vegueta, pocos puntos más de referencia existían en el área capitalina. No se habían construido aún las Casas Consistoriales como hoy las conocemos, ni el Teatro Pérez Galdós, y la remodelación urbana tenía como adalid el derribo, al efecto de la obtención de solares, de los antiguos conventos afectados por la desamortización. De manera que la construcción de un mercado precisamente en ese punto, en bocabarranco, en la medianera de los barrios de Vegueta y Triana, establecía inevitablemente el punto de partida del anhelado centro social de la nueva ciudad. Allí, con el tiempo se levantaría no sólo el mercado, sino las pescaderías (1874), el matadero municipal (1860), el puente de palo (1862), y el teatro Tirso de Molina (1890) que a los pocos años, en 1900, sería rebautizado como Pérez Galdós.

El plan respondía, desde luego, a un sensible aumento poblacional sumado al interés municipal por extremar las medidas higiénicas de la ciudad. Así, en 1849, el artista Manuel Ponce de León y Falcón (retrato adjunto) presentó ante las autoridades locales el borrador de un proyecto de mercado en el que sólo aparecían dos datos de importancia: el frontispicio del mercado, y los presupuestos (98.407 reales de vellón) de su edificación. El proyecto se aprobó sin mayores dificultades y con inmediatez temporal dieron comienzo las obras de explanación de los terrenos que ocuparía el mercado de Las Palmas.

Rematados los trabajos de cimentación se conformó un expediente adjuntando a los planos definitivos para remitirlos el 9 de junio de 1849 al Jefe Político instalado en la capital provincial, quien después de verificarlos los envío con un mes de retraso al despacho del Arquitecto Provincial, al despacho de Manuel Oraá. Fue éste el camino que recorrió el proyecto y éste fue el modo, bajo el amparo legal por el que sólo los titulados en arquitectura podían firmar proyectos de construcción, por el que Oraá tomando una idea original de Ponce de León diseñó el mercado de Vegueta.

Manuel de Oraá se encarga al instante de la obra elaborando una colección de planos nuevos, a la vez que calcula un nuevo presupuesto. Dota al edificio de una mayor majestuosidad ampliándole su perímetro, y colocando en su fachada principal un par de accesos que hacían del mercado un ejemplar único en la región. No es poca la inspiración que el arquitecto adquirió del proyecto original, especialmente la composición de la portada. Sin embargo, Oraá le otorgó un aire más clásico en la línea de una arquitectura racionalista, racionalizada, aprovechando el espacio para hacerlo útil a su principal menester, la venta. Así elimina del original de Ponce los ornamentos empalagosos adosados a los vanos, a las esquineras, o la cornisa que entorpecían la visión de la estructura clásica, dejando, tan solo, algunas insinuaciones pétreas con el ánimo de ennoblecer el recinto comercial.

La escasez de recursos para financiar la obra supuso un grave atentado al proyecto, por lo que el Ayuntamiento después de arbitrar algunas medidas económicas al respecto insta al arquitecto Oraá a que en noviembre de 1852 realice un viaje a Las Palmas de Gran Canaria para inspeccionar el solar y sobre todo él, dicte las primeras obras de erección. Por entonces estaba destinado en Gran Canaria el “arquitecto” Pedro Maffiotte por mandato del Jefe Superior Político, y a él se le encargó la realización de un croquis del terreno a ocupar por el mercado. Sus dotes de agrimensor las demostró no solo en la ayuda que prestó al arquitecto Oraá, o al ingeniero Clavijo, sino en proyectos de su propia cosecha desarrollados en la ciudad de Arucas.

Desde Santa Cruz de Tenerife, y con las anotaciones previas remitidas por Ponce y Maffiotte, Manuel de Oraá envió a comienzos del año 1853 un extenso informe dando cuenta de forma especifica de un nuevo presupuesto que ascendía a 225.846 reales; una cantidad que desanimó, por su volumen, a las autoridades locales, quienes en el ánimo de hacer algún descuento entregaron la Memoria a la Comisión de Ornato del Ayuntamiento. Fue entonces cuando se desencadenó una batalla legalista entre la Comisión y el arquitecto poniendo ésta en duda algunas valoraciones técnicas expresadas por aquél. El resultado del conflicto llegó con una serie de cartas remitidas desde la oficina del Arquitecto Provincial de Canarias recordándole a los comisionados algunos puntos de la ley de ámbito nacional, es decir, el protagonismo de los arquitectos titulados en las obras de este tipo.

Así en noviembre de 1853, el día 15, se verificó finalmente la subasta pública del Mercado de Vegueta quedando desde el momento el inmueble en mano de los maestros de obra grancanarios Esteban de la Torre, Lino de Santa Ana, José Medina, Nicolás del Rosario, José Gil, y Nicolás González, que a la postre concluirían la fábrica del principal mercado de la ciudad.

DATOS DE CONTACTO: C/ Mendizabal, Nº1 – 35001 – Las Palmas de Gran Canaria. Tf: 928 334129

Entradas relacionadas

Dejar un comentario

Privacy Preferences
When you visit our website, it may store information through your browser from specific services, usually in form of cookies. Here you can change your privacy preferences. Please note that blocking some types of cookies may impact your experience on our website and the services we offer.